Nuevo Orden Mundial Economía: Los países en desarrollo buscan balance


La desigualdad económica entre los países desarrollados y los del Tercer Mundo tras la Segunda Guerra Mundial dio lugar a una serie de movimientos para reformar el sistema económico global.
En este contexto, los países en desarrollo, con un enfoque común hacia la justicia económica, se agruparon bajo el nombre de G-77.
Su objetivo era lograr un nuevo orden mundial economía que les permitiera acceder a las mismas oportunidades y beneficios que disfrutaban las naciones más poderosas.
La Declaración para el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1974, formalizó esta demanda.
El documento establecía como pilares fundamentales el desarrollo económico autóctono y la cooperación entre los países del Sur, además de una mayor participación justa en el comercio internacional.
- La búsqueda de un nuevo orden económico post Segunda Guerra Mundial
- La creación del G-77
- La Declaración para el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional
- Objetivos del Nuevo Orden Económico
- Autosuficiencia y cooperación entre países en desarrollo
- Mayor participación en las transacciones comerciales internacionales
- Desafíos para implementar el Nuevo Orden Económico
- Estado actual del enfoque del Nuevo Orden Económico
- Conclusión
La búsqueda de un nuevo orden económico post Segunda Guerra Mundial
Tras la devastación económica provocada por la Segunda Guerra Mundial, el mundo se enfrentó a una reconfiguración de sus dinámicas económicas y políticas. Las potencias occidentales, con Estados Unidos y Europa a la cabeza, se consolidaron como líderes económicos mediante la implementación de un sistema que les favorecía, como lo evidenció la creación del Plan Marshall y el establecimiento de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Este nuevo orden global no solo fortaleció la economía de los países desarrollados, sino que también dejó a muchos países del Tercer Mundo en una situación de dependencia, marcada por deudas financieras y limitaciones en su capacidad de desarrollo.
El resultado de esta situación fue un intenso debate sobre la justicia económica mundial. Muchos críticos señalaron que el orden establecido perpetuaba una desigualdad intolerable, donde las naciones más pobres, a pesar de contar con abundantes recursos naturales y mano de obra, no lograban cosechar beneficios proporcionales a su contribución al mercado global. De esta manera, emergieron cuestionamientos sobre la legitimidad de un sistema que favorecía la explotación de los recursos de los países en desarrollo sin ofrecer una compensación equitativa.


Frente a este panorama, la necesidad de un nuevo orden económico global se hizo evidente. Se empezaron a escuchar demandas por una mayor equidad en la distribución de los frutos del progreso económico, lo que llevó a la creación de numerosas iniciativas y foros donde se discutían estrategias para promover la autosuficiencia de los países menos desarrollados.
La transición hacia un nuevo orden económico no ha sido sencilla, pero es innegable que el legado de este debate y las demandas por justicia económica siguen resonando hoy en día. La lucha por la equidad en el reparto de recursos y la búsqueda de una mayor representación para los países en desarrollo continúan siendo temas centrales en la agenda económica mundial.
La creación del G-77
Ante este contexto, los países en desarrollo se aglutinaron para exigir un cambio en el orden económico mundial. En 1964, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, nace formalmente el Grupo de los 77 (G-77).
Esta organización, inicialmente compuesta por 77 naciones, buscaba dar voz a los intereses comunes de los países del Sur, en un escenario dominado por las potencias desarrolladas.
A lo largo de las décadas, el G-77 se ha convertido en una plataforma crucial para la promoción de reformas económicas globales y la defensa de los intereses del Sur en foros internacionales.
Su principal objetivo: lograr un nuevo orden mundial, economía más justo y equitativo, donde todos los países tengan la oportunidad de desarrollo pleno.
Junto a ello, el G-77 busca fortalecer la cooperación entre sus miembros para abordar desafíos usuales como la pobreza, el cambio climático y la desigualdad social.
La Declaración para el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional
La década de 1970 marcó un punto de inflexión en la economía global, con la creciente necesidad de reestructurar las relaciones económicas entre naciones. En este contexto, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 1974 la "Declaración para el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional" (NOMEI), un documento impulsado por el Grupo de los 77 (G-77), que representa a una coalición de países en desarrollo. Esta declaración sentó las bases para un cambio radical en la arquitectura del sistema económico mundial.
Uno de los aspectos más destacados de la NOMEI fue su propuesta para acelerar el desarrollo económico de los países en vías de desarrollo a través de la autosuficiencia y la cooperación mutua. Esto significaba que las naciones menos desarrolladas debían trabajar en conjunto para potenciar sus economías, en lugar de depender de los países desarrollados, que históricamente habían dictado las normas comerciales y económicas a nivel global. La idea era empoderar a estos países para que pudieran diseñar e implementar políticas que beneficiaran a sus propias economías, fomentando una mayor autonomía.
Además, la declaración abogaba por una mayor participación de los países en desarrollo en el comercio internacional bajo condiciones que les favorecieran. Este objetivo se oponía al modelo de dependencia que había prevalecido, donde las economías más fuertes imponían condiciones desfavorables que perpetuaban la desigualdad. La NOMEI proponía una reconfiguración de las reglas del juego que permitiera a estas naciones tener voz y voto en las decisiones que impactaban directamente su desarrollo.
Objetivos del Nuevo Orden Económico
El nuevo orden mundial economía, como se le denominó a este nuevo paradigma económico, tenía como objetivos principales la justicia social y económica global.
Se buscaba garantizar un desarrollo equitativo que beneficiara a todos los países, sin importar su nivel de ingreso.
Entre los objetivos más relevantes se encontraban:
- Acelerar el proceso de desarrollo económico de los países en desarrollo mediante un enfoque en la promoción del comercio justo y la transferencia de tecnología.
- Fomentar una mayor cooperación entre los Estados para abordar los desafíos comunes, como la pobreza, la deuda externa y las crisis energéticas.
- Eliminar las barreras comerciales discriminatorias que impedían el acceso a mercados más amplios para las exportaciones de los países del Sur.
Autosuficiencia y cooperación entre países en desarrollo
El nuevo orden mundial que emergió en las últimas décadas del siglo XX propone una estructura económica centrada en dos pilares fundamentales: la autosuficiencia y la cooperación entre los países en desarrollo. Este modelo surge como respuesta a las desigualdades persistentes en el sistema económico global, donde las naciones del Sur se han visto históricamente marginadas y dependientes de los países del Norte.
La autosuficiencia implica que cada país en desarrollo debe esforzarse por generar sus propios recursos y gestionar sus economías de manera autónoma. Esto no solo se refiere a la producción agrícola e industrial, sino también a la creación de infraestructura, el desarrollo de tecnologías locales y la promoción de políticas que fomenten el crecimiento sostenible. La capacidad de un país para ser autosuficiente es fundamental para su soberanía y su estabilidad económica.
Simultáneamente, la cooperación entre países en desarrollo se presenta como un complemento esencial a la autosuficiencia. La integración económica regional se vuelve clave, puesto que permite fortalecer las relaciones comerciales y tecnológicas. Mediante alianzas estratégicas, los países del Sur pueden compartir conocimientos, recursos y experiencias, lo que facilita el desarrollo de capacidades locales y promueve un crecimiento económico más equitativo.
Este nuevo orden mundial busca alcanzar un equilibrio delicado entre la independencia de cada nación y la unidad de acción a nivel global. Al fomentar la autosuficiencia, los países pueden reducir su dependencia y vulnerabilidad ante crisis externas. Por otro lado, al promover la cooperación, se crean redes de apoyo que pueden ayudar a enfrentar desafíos comunes, como el cambio climático y las crisis económicas.
Mayor participación en las transacciones comerciales internacionales
Una característica esencial del nuevo orden mundial economía era la búsqueda de una mayor participación justa de los países en desarrollo en las transacciones comerciales internacionales.
Se criticaba el sistema existente, donde se favorecía artificialmente a las potencias desarrolladas y se mantenía a los países del Sur en una posición de dependencia económica.
Se abogaba por un comercio más equitativo, con condiciones favorables para exportación y acceso a mercados sin barreras discriminatorias.
El objetivo era lograr que la integración global beneficiara a todos los actores y no solo a unos pocos., rompiendo el ciclo de desigualdad inherente al viejo esquema económico.
Desafíos para implementar el Nuevo Orden Económico
El concepto del nuevo orden mundial económico surgió con la intención de transformar las dinámicas de poder y riqueza en el ámbito global, buscando un sistema más equitativo que favoreciera el desarrollo sostenible y la cooperación internacional. No obstante, su implementación se ha visto obstaculizada por múltiples desafíos que han limitado su efectividad.
Uno de los principales obstáculos ha sido la resistencia de las potencias desarrolladas, quienes han estado acostumbradas a un sistema que favorece sus intereses económicos y políticos. Estas naciones, que históricamente han dominado las instituciones financieras internacionales, se hesitan a ceder poder o a modificar un sistema que les otorga ventajas significativas. Esta resistencia se traduce en la falta de compromiso para adoptar las reformas necesarias que promoverían un nuevo orden más justo.
Asimismo, la falta de unidad entre los países en desarrollo ha complicado aún más este panorama. Las naciones en vías de desarrollo suelen tener intereses divergentes y prioridades distintas, lo que dificulta la formación de alianzas sólidas. Sin un frente común, se hace complicado negociar colectivamente y buscar soluciones consensuadas que puedan desafiar las estructuras de poder existentes.
Por otro lado, la compleja dinámica de la política global también juega un papel crucial en este contexto. Las relaciones internacionales están marcadas por intereses geopolíticos, económicos y estratégicos que a menudo entran en conflicto. Las grandes potencias, al perseguir sus propios objetivos, pueden sabotear iniciativas que busquen implementar un nuevo orden económico, lo que representa un obstáculo adicional para cualquier avance significativo.
A pesar de estos desafíos, el objetivo del nuevo orden mundial económico sigue vigente en muchos aspectos. Existe una creciente conciencia sobre la necesidad de un sistema económico que aborde las desigualdades y promueva un desarrollo inclusivo. Sin embargo, la realización de este objetivo depende de la voluntad política conjunta y del compromiso sincero de todos los actores involucrados. Solo a través de la colaboración y el respeto mutuo se podrán sentar las bases para un futuro económico más equitativo y sostenible.
Estado actual del enfoque del Nuevo Orden Económico
El concepto del nuevo orden mundial economía, aunque no ha logrado alcanzar completamente sus objetivos, continúa vigente en debates actuales sobre la gobernanza global y el desarrollo internacional.
Los desafíos del siglo XXI, como la desigualdad creciente, el cambio climático y las crisis financieras recurrentes, vuelven a poner de manifiesto la necesidad de un sistema económico más justo y equitativo.
Mientras que la idea de un solo bloque global dominado por una sola organización ha perdido fuerza en los últimos años, surgen nuevos mecanismos para abordar la cooperación internacional y la promoción del desarrollo sostenible.
Aspectos como la renegociación de acuerdos comerciales internacionales, la búsqueda de soluciones integrales a problemas globales como el cambio climático, y el fortalecimiento del papel de las instituciones multilaterales reflejan una voluntad por avanzar hacia un sistema económico más inclusivo y solidario, en línea con los principios inspiradores del nuevo orden mundial economía.
Conclusión
El concepto del nuevo orden mundial economía nació como una respuesta a la desigualdad económica que se acentuó tras la Segunda Guerra Mundial.
Si bien no logró transformarse completamente en realidad, ha dejado un legado importante: ha impulsado debates sobre justicia social y equitativa distribución del bienestar global, planteando principios fundamentales para un sistema económico más justo.
Las tensiones globales actuales refuerzan la necesidad de dialogos multilaterales y soluciones creativas para abordar los desafios globales.
La búsqueda de un nuevo modelo económico se convierte en una tarea vital para afrontar el futuro con mayor equidad e inclusividad para todos los países y ciudadanos del mundo.
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