Inversión de impacto social: Un mercado en alza


La inversión de impacto social ha emergido como una fuerza significativa en el panorama financiero mundial, impulsada por la creciente conciencia sobre las desigualdades sociales y ambientales. Este enfoque busca generar retornos financieros a la par que se abordan problemas críticos en nuestra sociedad, creando un círculo virtuoso que beneficia tanto al mundo como a los inversores.
A pesar de su reciente auge, la inversión de impacto social tiene arraigadas raíces históricas. Desde el activismo metodista del siglo XVIII contra empresas consideradas inmorales, hasta las protestas estudiantiles de las décadas de 1960 y 1980 contra inversiones dañinas, la búsqueda de una forma ética e impactante de invertir ha sido un tema recurrente. Este impulso histórico ha evolucionado hacia nuevas formas de inversión responsable y con impacto positivo en el siglo XXI.
En el nuevo milenio, se han establecido iniciativas gubernamentales y sectoriales para promover la inversión de impacto social, reconociendo su potencial para generar cambios positivos a gran escala. Un hito importante fue la creación del primer banco de inversión de impacto social a nivel global, "Big Society Capital" (ahora conocido como “Better Society Capital”), en 2012. Este banco ha sido fundamental en el desarrollo y crecimiento de este mercado al demostrar que la inversión responsable puede ser rentable.
La expansión del mercado de la inversión de impacto social es un indicador notable de su creciente legitimidad y atractivo para los inversores. Se estima que a finales de 2021, este mercado alcanzó un valor total de £7.900 millones, demostrando una tendencia ascendente constante. Este crecimiento se debe a diversas razones: la búsqueda de inversores por generar impactos positivos junto con rendimientos financieros, el aumento público de las preocupaciones ambientales y sociales y la mayor transparencia y rastreabilidad en este tipo de inversiones.
La búsqueda de una forma ética e impactante de invertir tiene raíces históricas profundas. A finales del siglo XVI, en el Reino Unido y principios del siglo XVIII en Estados Unidos, ya existían ejemplos tempranos de inversión de impacto social.
En el caso estadounidense, los activistas metodistas se opusieron firmemente a las empresas que participaban en prácticas consideradas inmorales, marcando un precedente importante con el objetivo de combinar la rentabilidad con la ética. En Reino Unido, iniciativas sociales temprano también buscaban soluciones a problemáticas de su época mediante métodos no tradicionales de financiación.
La inversión de impacto social ganó mayor impulso durante las décadas de 1960 y 1980, liderado por protestas estudiantiles contra inversiones en actividades perjudiciales para el medioambiente y la sociedad. Este movimiento dio lugar a una mayor conciencia sobre la responsabilidad ética de las inversiones y puso en marcha discusiones sobre la necesidad de un sistema financiero más sostenible y justo.
A principios del siglo XXI se consolidó la inversión de impacto social como alternativa viable al modelo económico tradicional. La creciente preocupación por los desafíos sociales y ambientales impulsó a gobiernos y organizaciones internacionales a promover este tipo de inversión, reconociendo su potencial para generar soluciones sostenibles y contribuir al desarrollo humano integral.


El lanzamiento del primer banco de inversión de impacto social "Big Society Capital" en 2012, con fondos públicos inactivos, marcó un punto de inflexión crucial en la inversión de impacto social. Este banco financió proyectos innovadores en diversas áreas como vivienda asequible, educación inclusiva y emprendimiento social, demostrando que una inversión responsable puede ser rentable a largo plazo.
Origen del movimiento
Si bien el actual auge de la inversión de impacto social puede parecer reciente, sus raíces se extienden mucho más atrás en el tiempo.
El origen del movimiento se remonta al siglo XVIII con el activismo metodista en Estados Unidos, que se oponía a las empresas involucradas en actividades consideradas inmorales. Estos activistas buscaban promover un modelo de negocios basado en la ética y la responsabilidad social, marcando una postura pionera frente al capitalismo dominante de aquella época.
En paralelo, durante el siglo XVI en el Reino Unido, también se observaron ejemplos tempranos de inversión de impacto social. Movimientos sociales impulsados por valores comunitarios y buscando contribuir a la resolución de problemas sociales a través de iniciativas autogestionadas, sentaron las bases para futuras prácticas de inversión responsable.
Durante los siglos que siguieron, la búsqueda de una forma ética e impactante de invertir se mantuvo presente, manifestándose en diferentes movimientos y luchas sociales. No obstante, la inversión de impacto social se originó a partir de las décadas del 60 y 70 del siglo XX.
Es precisamente durante esta época donde las protestas estudiantiles en todo el mundo comenzaron a dirigir su atención hacia la responsabilidad ética de los inversores, cuestionando la legitimidad de inversiones en empresas que causaban daño ambiental y social. Esta consciencia pública y las demandas por un sistema financiero más justo abrieron el camino para el desarrollo actual de la inversión de impacto social.
Evolución en el siglo XX
Durante el siglo XX, la inversión de impacto social, aunque no aún bajo ese nombre, cobró impulso como respuesta a las crecientes inquietudes sobre los impactos sociales y ambientales del capital.
Las décadas de los 60 y 70 se caracterizaron por protestas estudiantiles que cuestionaban fuertemente la responsabilidad ética de las instituciones financieras. Las críticas se centraban en inversiones en empresas pertenecientes a sectores considerados dañinos, como la industria armamentística o aquellas con prácticas explotadoras laborales y medioambientales. Esta época marcó un punto de inflexión en el debate sobre la inversión responsable.
Paralelamente, surgió el movimiento "Socialmente Responsable" que promovía la selección de inversiones en empresas con buenas prácticas sociales y ambientales. Si bien este movimiento aún se centraba más en la exclusión de sectores específicos que en la búsqueda de impactos positivos directos, sentó las bases para una mayor consciencia sobre la integración del impacto social en las decisiones de inversión.
El final del siglo XX vio un creciente interés por parte de inversores institucionales y retail en alternativas que combinaran rentabilidad con impacto positivo. A finales del siglo XX se empezaron a desarrollar los primeros fondos de inversión especializados en proyectos sociales y con impacto ambiental, marcando el germen de la inversión de impacto social.
Esta evolución preparó el terreno para el desarrollo institucionalizado de la inversión de impacto social en el nuevo milenio.
Impulso en el nuevo milenio
El nuevo milenio trajo consigo un impulso sin precedentes para la inversión de impacto social. La idea comenzó a ganar más visibilidad y aceptación como una alternativa viable al modelo económico tradicional, impulsada por diversos factores:
La creciente conciencia pública sobre los desafíos sociales y ambientales marcó un punto de inflexión. Se volvieron más visibles las desigualdades económicas, la crisis climática y el impacto de las empresas en comunidades vulnerables, lo que llevó a una mayor demanda por soluciones sostenibles y responsables.
A nivel institucional se implementaron políticas públicas y programas sectoriales para fomentar la inversión de impacto social. Gobiernos reconocieron su potencial para generar desarrollo sostenible y económico inclusivo, ofreciendo incentivos fiscales y facilitando el acceso a financiación para proyectos sociales de alto impacto.
La aparición de nuevos modelos de negocio social y empresas con propósito también contribuyeron al auge de la inversión de impacto social. Los emprendimientos que buscan generar beneficios tanto económicos como sociales atrajeron a inversores que buscaban una alternativa a las inversiones tradicionales, buscando un retorno que trascienda el mero beneficio financiero.
Asimismo, organizaciones internacionales y plataformas de análisis de impacto contribuyeron a legitimar y estandarizar la inversión de impacto social, desarrollando herramientas para medir y evaluar el impacto de las inversiones en diferentes áreas sociales y ambientales.
El surgimiento del primer banco de inversión de impacto social "Big Society Capital" en 2012 con fondos públicos inactivos, sentó un precedente crucial en la de esta práctica. Este banco financió proyectos innovadores en diversas áreas como vivienda asequible, educación inclusiva y emprendimiento social, demostrando que una inversión responsable puede ser a su vez rentable a largo plazo.
El papel de "Better Society Capital"
Su creación en 2012 con el nombre de "Big Society Capital", y posterior re-branding como "Better Society Capital", marcó un acontecimiento crucial en la evolución de la inversión de impacto social. Este banco de inversión, pionero al utilizar fondos públicos inactivos para financiar proyectos sociales, jugó un papel fundamental en el crecimiento y legitimación del mercado.
Better Society Capital no solo inyecta capital directo a empresas y organizaciones con impacto social; también actúa como catalizador del ecosistema.
A través de sus inversiones estratégicas se crea una "cadena de demostración" que inspira confianza en otros inversores, mostrando las posibilidades de rentabilidad de proyectos de inversión de impacto social.
El banco se ha convertido en un referente para la medición y evaluación del impacto, estableciendo estándares y herramientas que contribuyen a construir un mercado más transparente y efectivo. Además de financiar directamente proyectos sociales, Better Society Capital impulsa el desarrollo de nuevas soluciones a través de su apoyo a instituciones financieras dedicadas a la inversión de impacto social.
Su visión a largo plazo busca fortalecer el ecosistema del sector, promoviendo una cultura empresarial basada en la integración del valor social como factor clave para el éxito. A su vez, fomenta la colaboración entre diferentes actores públicos y privados para encontrar soluciones integrales a los desafíos sociales y ambientales que enfrenta la sociedad actual.
El impacto de Better Society Capital se extiende más allá de las cifras financieras, actuando como un motor para un cambio positivo en la forma en que se conciben y gestionan las inversiones en el siglo XXI.
Crecimiento exponencial del mercado
Tras la puesta en marcha de "Better Society Capital" como catalizador del desarrollo del sector, el mercado de la inversión de impacto social ha experimentado un crecimiento exponencial.
A finales del año 2021, el valor total estimado superaba los £7.900 millones, una cifra que refleja la creciente demanda de inversores por soluciones sostenibles y rentables a la vez. Este auge se debe a varios factores:
Por un lado, la concienciación pública sobre las consecuencias del cambio climático y las desigualdades sociales ha aumentado considerablemente. Los consumidores y los inversores buscan canales para realizar un impacto positivo con sus decisiones económicas, lo que impulsa la demanda al mercado de la inversión de impacto social.
El éxito demostrable de Better Society Capital en financiar proyectos sociales rentables ha incentivado a otras instituciones financieras a desarrollar estrategias de inversión de impacto. La proliferación de fondos de inversión especializados y plataformas digitales ha facilitado el acceso a este tipo de inversión para un público más amplio.
Además, la creciente legislación orientada a fomentar la sostenibilidad y el compromiso social por parte de las empresas está creando una demanda mayor por productos financieros con enfoque de inversión de impacto social.
Este crecimiento acelerado del mercado representa una oportunidad para generar un cambio positivo en economías globales, impulsando un desarrollo más sostenible y equitativo.
Impacto y rentabilidad
A pesar de que la inversión de impacto social se originó con el objetivo de generar soluciones a problemas sociales, una de las claves para su éxito y aceptación ha sido demostrar que también puede ser rentable.
Este enfoque integral busca integrar el retorno financiero con el impacto social positivo, demostrando que ambas metas no son excluyentes.
El análisis de datos y la evaluación del impacto en proyectos financiados por "Better Society Capital" y otros actores del mercado han evidenciado que inversiones responsables pueden generar retornos financieros a largo plazo competitividad con las estrategias tradicionales. Al mismo tiempo, se generan beneficios tangibles en áreas como educación, salud, acceso a servicios básicos y desarrollo sostenible.
La creciente evidencia de rentabilidad de la inversión de impacto social está allanando el camino para su mayor adopción en diferentes sectores y por parte de un público más amplio.
Este cambio en percepción abre nuevas posibilidades para financiar soluciones innovadoras a los desafíos globales, mostrando que la búsqueda del beneficio económico puede ir de la mano con la construcción de un futuro más justo y sostenible.
"Better Society Capital", a través de su trabajo y estrategias colaborativas, se posiciona como un ejemplo clave para demostrar que la inversión de impacto social no es solo una opción filantrópica, sino un camino hacia un desarrollo económico inclusivo e impactado.
Conclusión
La inversión de impacto social, desde sus orígenes en el activismo del siglo XVIII hasta su auge actual, ha demostrado una evolución notable.
"Better Society Capital", a través de su modelo pionero y la promoción constante de una cultura empresarial responsable, ha impulsado este crecimiento exponencial, evidenciando que es un camino viable para generar rentabilidad económica junto a un impacto positivo en diferentes áreas sociales y ambientales.
El futuro del mercado de inversión de impacto social parece prometedor, con una creciente demandad por parte de los inversores que buscan opciones sostenibles y rentables. A continuar impulsando la transparencia, la medición precisa del impacto y el desarrollo de soluciones innovadoras, este sector se convertirá en un catalizador para un nuevo modelo económico que priorice la creación de valor humano a la par del progreso financiero.
Better Society Capital, como actor clave en este proceso, se posicionará como referente global, inspirando a otras instituciones financieras abraza el valor social en sus estrategias, y contribuyendo así a construir una sociedad más justa e inclusiva para todos.
El futuro de la inversión de impacto social parece brillante. Se espera que este sector siga creciendo exponencialmente a medida que se generalizan los principios de responsabilidad social y sostenibilidad en el mundo empresarial. La integración de la filantropía y la inversión financiera abrirá oportunidades para resolver algunos de los desafíos más grandes que enfrenta la humanidad, marcando un nuevo paradigma financiero orientado al bien común.
Deja una respuesta
Te puede interesar: