Como bajar la inflación según Keynes: Intervención estatal

El keynesianismo, una teoría económica desarrollada por John Maynard Keynes, propone la intervención estatal como herramienta principal para regular la economía y mitigar los ciclos de crisis.

Según esta teoría, una demanda activa en bienes y servicios, inversiones, gasto público y exportaciones son esenciales para mantener el equilibrio económico necesario para contrarrestar las fluctuaciones naturales del mercado. En esencia, se busca estimular la actividad económica durante los períodos recesivos mediante políticas contra cíclicas.

Según Keynes, la reducción de la inflación se fundamenta en la regulación de la demanda agregada. Durante períodos inflacionarios, Keynes recomendó medidas como el aumento de los impuestos y el recorte del gasto público para frenar el consumo y la inversión excesiva, disminuyendo así la presión sobre los precios.

El keynesianismo se enfrentó a desafíos durante la década de 1970 con las crisis petroleras, siendo criticado por teorías liberales que defendían una mínima intervención estatal. Sin embargo, tras la crisis económica global del 2008, el enfoque keynesiano resurgió como respuesta a la necesidad de un gasto público activo para impulsar la recuperación económica y superar el estancamiento.

La estrategia de inversión pública en infraestructuras y programas sociales se reconoció como una medida efectiva para generar empleo y revitalizar la demanda, desplazando así las políticas de austeridad que tendían a agravar la recesión.

Contenidos
  1. El keynesianismo y la intervención estatal
  2. La demanda activa como motor del equilibrio económico
  3. Políticas contra cíclicas para contrarrestar crisis
  4. Ejemplos de medidas keynesianas
  5. Desafíos a la teoría en las crisis del petróleo de los 70
  6. La crítica liberal al keynesianismo durante los 80 y 90
  7. El resurgimiento del keynesianismo tras la crisis de 2008
  8. Revalorización del gasto público para una recuperación económica
  9. Conclusión

El keynesianismo y la intervención estatal

El núcleo del pensamiento keynesiano reside en la creencia de que el mercado no siempre se autocorrige de manera eficiente, especialmente durante períodos de crisis económica. Keynes argumentó que la falta de demanda puede llevar a un ciclo depresivo de caídas continuas en la producción, la inversión y el empleo.

Según Keynes, la reducción de la inflación se fundamenta en la premisa de que el gobierno debe tomar medidas fiscales y monetarias para fomentar la demanda agregada cuando esta sea baja. El gasto público, las reducciones de impuestos y préstamos a empresas están entre las medidas consideradas por este enfoque para aumentar la inversión y consumo.

Esta intervención estatal tiene como objetivo corregir los desequilibrios del mercado y restablecer el crecimiento económico. Las políticas keynesianas se basan en la premisa de que una economía no funciona de manera eficiente en un entorno de bajo consumo y demanda agregada.

Por qué se produce una crisis económica: factores internos y externos
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La teoría también plantea que los precios pueden ser rígidos a la baja, lo cual significa que las empresas no ajustan necesariamente sus precios rápidamente hacia abajo durante una recesión. Esto puede llevar a un aumento del desempleo a medida que las empresas reducen su producción para adaptarse al menor consumo.

En consecuencia, el gobierno debe actuar como impulsor de la demanda para evitar que se profundice esta situación.

La demanda activa como motor del equilibrio económico

El keynesianismo postula la "demanda activa" como motor fundamental para mantener el equilibrio económico. Este concepto afirma que una elevada demanda por bienes y servicios, inversiones, gasto público y exportaciones es crucial para mantener un ritmo de crecimiento estable y evitar crisis económicas.

De acuerdo con Keynes, la disminución de la inflación se fundamenta en gran medida en la administración de la demanda agregada. Durante períodos recesivos, el gobierno debe aumentar el gasto público e implementar políticas fiscales que incentiven la inversión privada y el consumo. Este aumento en la demanda activaría la economía, impulsando la producción, creando empleo y evitando una espiral descendente más profunda.

Esta demanda activa se visualiza como un contrapeso a las fluctuaciones naturales del mercado, evitando que las caídas en la demanda lleven a recesiones prolongadas y desempleo masivo. Una política keynesiana efectiva busca mantener una cantidad adecuada de demanda en el sistema para garantizar un crecimiento económico sostenible.

Para Keynes, el equilibrio económico no se alcanzaba mediante ajustes automáticos del mercado, sino mediante una gestión activa e intervención deliberada del Estado en la economía.

Es importante destacar que la demanda activa no se refiere a un gasto público descontrolado. Las políticas keynesianas buscan un equilibrio entre incentivos para estimular la economía y medidas de control que previenen inflaciones excesivas.

Políticas contra cíclicas para contrarrestar crisis

El keynesianismo propone estrategias llamadas "políticas contra cíclicas" para afrontar las crisis económicas, buscando contrarrestar las fluctuaciones naturales del mercado y restablecer el equilibrio.

Según Keynes, es un objetivo fundamental en estas políticas disminuir la inflación. Durante una recesión, se implementan medidas como la disminución de impuestos, incentivos a la inversión y creación de empleos públicos para estimular la demanda y generar actividad económica.

Por otro lado, en momentos de crecimiento económico excesivo, se aplican programas que frenan la escalada inflacionaria, como el aumento de los impuestos, reducción del gasto público y control monetario para ralentizar la expansión económica y evitar tensiones al alza en los precios.

Las políticas contra cíclicas buscan, por lo tanto, una “estabilización” macroeconómica. Se trata de actuar preceptivamente para contrarrestar las crisis, evitando que se conviertan en situaciones económicas más graves.

La idea principal es utilizar el gasto público como herramienta para regular el ciclo económico, aumentando la demanda en tiempos difíciles y controlando su crecimiento cuando hay excesiva expansión.

Ejemplos de medidas keynesianas

Las políticas keynesianas se traducen en una variedad de medidas que buscan estimular la economía durante períodos de estancamiento o controlar una inflación descontrolada. Aquí hay algunos ejemplos:

Para contrarrestar la recesión y bajar la inflación, según Keynes, el gobierno podría implementar programas de trabajo público, como construcción de infraestructuras, creación de parques recreativos o proyectos de renovación urbana. Estos proyectos generarían empleos, aumentarían la demanda de bienes y servicios y, en consecuencia, encenderían una cadena positiva que relanzaría la economía local.

Otra medida común es la reducción de impuestos para familias e individuos, ya sea a través de recortes en la renta o en el valor agregado (IVA). Esto aumenta el dinero disponible en manos de los consumidores, quienes pueden invertirlo en compras y servicios, impulsando la demanda general. A su vez, las empresas podrían ver un aumento en sus ventas, lo cual podría llevarlos a realizar nuevas inversiones y contratar más personal.

Desafíos a la teoría en las crisis del petróleo de los 70

Si bien el keynesianismo logró mitigar los efectos de la Gran Depresión, se encontró con desafíos significativos durante las crisis petroleras de los años 70. La situación económica global fue más compleja que lo previamente imaginado por Keynes, presentando nuevos retos para su aplicación.

Según Keynes, era particularmente complejo en esta época, dado que bajar la inflación, según Keynes, era particularmente compleja. La subida de precios del petróleo provocó un incremento brusco en la inflación, mientras que a la vez el crecimiento económico se ralentizaba significativamente. Las medidas keynesianas tradicionales de gasto público y reducción fiscal no lograron controlar la inflación sin afectar también negativamente al crecimiento económico.

La teoría keynesiana daba menos atención a los factores internacionales y las fluctuaciones del mercado global. Las crisis petroleras demostraron la interdependencia económica entre países y la influencia que eventos externos pueden tener en un contexto nacional.

Por otro lado, el aumento de la inflación durante esta época también llevó a una mayor preocupación por el impacto de la creación monetaria excesiva, algo que no se había contemplado ampliamente en las teorías keynesianas tradicionales del momento.

La crítica liberal al keynesianismo durante los 80 y 90

Tras las dificultades para afrontar las crisis económicas de los años 70, el keynesianismo fue criticado duramente por las ideas neoliberales que ganaron terreno en los 80 y 90. Los economistas liberales argumentaban que la intervención del Estado distorsionaba el libre mercado y reducía la eficiencia económica.

La disminución de la inflación, según Keynes, se convirtió en un ámbito de controversia, con los críticos sosteniendo que las políticas keynesianas solo aplazaban temporalmente la crisis y fomentaban una dependencia deshonesta del Estado.

Sus principales críticas se centraban en:

  • La excesiva intervención del Estado en la economía, lo que frenaba el incentivo a la innovación e inversión privada.
  • El aumento de las cargas fiscales para financiar el gasto público, lo que desalentó la actividad económica individual.
  • La inflación como consecuencia de la expansión monetaria impulsada por las políticas keynesianas.

Los economistas liberales propusieron en su lugar políticas basadas en la reducción del tamaño del Estado, desregulación del mercado y libre comercio como soluciones para mejorar la eficiencia económica.

El resurgimiento del keynesianismo tras la crisis de 2008

La Gran Recesión de 2008, una crisis financiera global sin precedentes, revivió el debate sobre las políticas económicas y condujo a un resurgimiento del interés en el keynesianismo.

Las medidas austeras promovidas por algunos gobiernos para contrarrestar la crisis no lograron generar recuperación económica significativa. A cambio, se profundizó el estancamiento, con altas tasas de desempleo y reducción del consumo.

Durante la crisis, Keynes planteó una cuestión relevante durante la crisis, dado que la situación requería una rápida intervención en la economía. Muchos economistas argumentaron a favor de intervenciones públicas para estimular la demanda, como subvenciones a los consumidores y empresas, programas de inversión pública en infraestructuras y reducción de intereses bancarios.

El creciente sentimiento a favor del keynesianismo se manifestó en las políticas adoptadas por países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra, quienes implementaron planes de estímulo fiscal y monetario con el objetivo de revertir la crisis económica. La eficacia limitada de estas medidas todavía es objeto de debate; sin embargo, marcó un cambio valioso en el panorama económico global.

Revalorización del gasto público para una recuperación económica

Tras el impacto de la Gran Recesión de 2008, las perspectivas económicas se centraron en el papel fundamental del gasto público como motor de recuperación. El keynesianismo se revaloren por su capacidad de estimular demanda en momentos de crisis.

Dado que el incremento de la inflación, según Keynes, ya no era una prioridad inmediata durante una recesión prolongada. Era más importante generar empleo y dinamizar la economía, por lo que se priorizó el gasto público como herramienta principal para impulsar la recuperación. Los gobiernos implementaron programas de inversión pública, como la construcción de infraestructura, renovación urbana o proyectos energéticos.

El argumento era que estos programas generan empleos a corto plazo, impulsan la actividad económica en sectores clave y, a largo plazo, mejoran la productividad y competitividad del país. Además, se promueve un aumento del consumo por parte de los trabajadores y empresas beneficiadas, lo que refuerza la recuperación.

La crisis sanitaria mundial y sus consecuencias socioeconómicas han vuelto a poner el foco sobre el papel crucial del gasto público en una economía globalizada.

Conclusión

La historia del keynesianismo es un constante proceso de adaptación y transformación. Su evolución demuestra la complejidad del análisis económico y la necesidad de encontrar soluciones flexibles a problemas cambiantes.

Aunque las ideas inicialmente desarrolladas por John Maynard Keynes enfrentaron desafíos en diferentes momentos históricos, como durante las crisis petroleras de los años 70 o la crítica liberal de los 80 y 90, el enfoque keynesiano ha demostrado ser relevante e influyente en la gestión de crisis económicas.

La Gran Recesión de 2008 impulsó un nuevo auge del interés en el keynesianismo, revalorizando la importancia del gasto público como herramienta para estimular la demanda y generar empleo durante momentos críticos. En un mundo marcado por incertidumbre global e interconexión económica, las ideas de Keynes siguen siendo objeto de debate y aplicación en diversos contextos.

Keynes dice que es difícil bajar la inflación y tiene nuevos desafíos al entender cómo se relaciona con la globalización en el siglo XXI.

Eduardo Reguera

Eduardo Reguera

Emprendedor y experto en marketing digital, con un enfoque en la creación de empresas y negocios rentables. Eduardo aborda temas como la planificación financiera, la gestión de riesgos y la innovación en los negocios.

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